lunes, 18 de abril de 2011

El Viernes Santo “In Passione Domini”

En este Viernes, la Iglesia no hace un funeral, sino que celebra la muerte victoriosa del Señor, el primer acto de la Pascua, la “Pascha crucifixionis”, como  la llamaban los Padres; aspecto evidenciado también por el hecho que con la reforma del Vaticano II, los ornamentos negros han sido sustituidos por los rojos. La celebración postmeridiana del Viernes Santo en honor de la Pasión del Señor está dividida en tres partes: Liturgia de la Palabra, adoración de la Cruz, comunión eucarística.  En la estructura actual de esta celebración, tenemos un esquema lineal:

-          Pasión proclamada (liturgia de la Palabra)
-          Pasión invocada (oraciones solemnes)
-          Pasión venerada (adoración de la Cruz)
-          Pasión comunicada (comunión eucarística)

En la Liturgia de la Palabra es de notar la elección que la Iglesia ha hecho de las dos primeras lecturas. En particular, a la luz de la primera lectura, tomada de los cánticos del Siervo de Jhwh del deutero-Isaías, es puesta en luz la imagen del Cristo sufriente. La proclamación de la pasión del Señor según San Juan muestra la muerte de Jesús no como un fracaso, sino como un triunfo; es elevación en el doble sentido de la palabra: elevación en la Cruz, elevación en la Gloria. El canto al Evangelio (Fil 2,8-9) se coloca en la óptica de Juan, cuando anuncia la exaltación de Cristo, hecho obediente hasta la muerte. Además, las numerosas variantes en los textos eucológicos configuran la entera celebración como memoria del sacrificio “pascual” del Cristo. La pasión/muerte de Cristo viene celebrada ante todo en su valencia soteriológica, que culmina en la invitación: “acerquémonos, pues, con plena confianza al trono de la gracia, para recibir misericordia y encontrar gracia y ser ayudados al momento oportuno” (Hb 4,16 – segunda lectura)

Si las tres lecturas bíblicas expresan de modo magnífico la eficacia de la muerte gloriosa de Jesús, el rito de la ostensión y adoración de la Cruz nos recuerda en la antífona inicial que “del leño de la Cruz ha venido la alegría a todo el mundo”; además, el himno con el que se concluye este rito, inicia con estas palabras: “Oh Cruz de nuestra salvación…” La eucología, en particular la oración universal, reconduce continuamente el misterio de la Cruz gloriosa a la vida del creyente.

Han sido reelaboradas las grandes intercesiones, en las cuales vienen evidenciadas, sobre todo la nueva formulación de la oración por los Hebreos y la de la Unidad  de la Iglesia. Por cuanto concierne a los Improperios, son verdaderamente reproches que el Señor, alzado en la Cruz, dirige a su pueblo. En ellos, se recorren las primeras etapas de la historia de Israel en la que Dios se manifiesta como salvador; estos eventos se ponen, luego, en confronto con la conducta reprochable del pueblo en los hechos de la Pasión. En el Medioevo estos improperios fueron entendidos por algunos en clave antijudía. En cambio, se deben entender como expresión del continuo refuto de la comunidad, tanto judía como cristiana, de frente a Dios que obra la salvación.

La Liturgia de las Horas, en sus elementos portantes, salmos y lecturas, se presenta como una amplia relectura del misterio de la Cruz. Las antífonas que acompañan la oración de los salmos de las horas Tercia y, Sexta, Nona y las tres antífonas de las Vísperas del Viernes Santo nos hacen recorrer paso a paso los diversos momentos históricos del drama de la Cruz. 

jueves, 14 de abril de 2011

EL TRIDUO PASCUAL: Celebración y teología

Los actuales libros litúrgicos, para indicar el periodo que tiene inicio desde la Misa “in Cena Domini” del jueves Santo, tiene su fulcro en la Vigilia Pascual, y termina con las vísperas del domingo de resurrección, usan la expresión moderna “Sacrum Triduum Paschale”, no anterior al año 1930. El Triduo de la pasión y de la resurrección del Señor  esplende al vértice del año litúrgico. El triduo pascual, tomado globalmente, conmemora el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, en su unidad y en sus fases sucesivas. Esquemáticamente podemos resumir las celebraciones de los diversos días den Triduo Pascual en el modo siguiente (leer completo...)

EL TRIDUO PASCUAL: Celebración y teología


1.     1.   Celebración y teología[1]

Los actuales libros litúrgicos, para indicar el periodo que tiene inicio desde la Misa “in Cena Domini” del jueves Santo, tiene su fulcro en la Vigilia Pascual, y termina con las vísperas del domingo de resurrección, usan la expresión moderna “Sacrum Triduum Paschale”, no anterior al año 1930. El Triduo de la pasión y de la resurrección del Señor  esplende al vértice del año litúrgico. El triduo pascual, tomado globalmente, conmemora el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, en su unidad y en sus fases sucesivas. Esquemáticamente podemos resumir las celebraciones de los diversos días den Triduo Pascual en el modo siguiente:

Proemio (tarde del jueves santo):
La cena                                la pascua ritual                        la misa in Cena Domini

Triduo Pascual propiamente tal (Viernes, sábado y domingo)
La Cruz                           la inmolación de Cristo                la celebración de la pasión
El sepulcro                       el reposo de Cristo                    el oficio de oración
El sepulcro vacío              la resurrección de Cristo            la Vigilia pascual

(vemos)                              (conmemoramos)                    (celebramos)

1.1. El Jueves de la Semana Santa

Dos son las celebraciones principales de este día: la Misa Crismal en la mañana  y la Misa vespertina in Cena Domini con la que se abre el Triduo Pascual.

La Misa del Crisma es presentada por la rúbrica del Misal Romano del 1970 con estas palabras: “Esta Misa, que el Obispo concelebra con su presbiterio y en la cual se bendicen los Óleos sagrados, debe ser la manifestación de la comunión de los presbíteros con su Obispo. Conviene, pues, que todos los presbíteros, por cuanto sea posible, participen en ella y reciban la comunión bajo las dos especies…”

La deriva clerical de esta rúbrica se ha incrementado por la inserción de la celebración de la “renovación de las promesas sacerdotales”. Pero notamos que el prefacio de la misa hace una lectura más amplia cuando, entre otras cosas, dice: “Él (Cristo) no solo comunica el sacerdocio real a todo el pueblo de los creyentes, sino que con afecto de predilección elige algunos entre los hermanos y mediante la imposición de las manos  los hace partícipes de su ministerio de salvación”.

La Misa del Crisma debería ser vista, pues, casi como la epifanía de la  Iglesia, cuerpo de Cristo orgánicamente estructurado que en los varios ministerios y carismas expresa, por la gracia del Espíritu Santo, los dones nupciales de Cristo a su Esposa peregrina en el mundo. Se trata no dolo de la fiesta de los presbíteros, sino de todo el pueblo sacerdotal.

La Misa vespertina in Cena Domini tiene un carácter festivo, unitario y comunitario. Ella celebra la institución de la Eucaristía que mira hacia la Cruz y la resurrección. Corresponde al modo con que Cristo nos ha entregado la Eucaristía: en la última Cena Jesús anticipa en el rito eucarístico su oblación en prospectiva de victoria. Los momentos fundamentales de la celebración vespertina del Jueves santo son: la Liturgia de la Palabra; el lavatorio de los pies, a elección; la liturgia eucarística; la reposición del Santísimo Sacramento; la denudación del altar (hecha en silencio después de la celebración).

Una rúbrica del Misal prescribe que en la homilía se expliquen a  los fieles los principales misterios conmemorados en esta Misa, es decir, la institución de la Eucaristía y del sacerdocio ministerial, como también el mandamiento del Señor sobre el amor fraterno. Es de notar al respecto, que el sacerdocio ministerial y la caridad, constituyen los componentes irrenunciables de toda celebración eucarística. Cristo nos ha dado su Pascua en el rito eucarístico que exige, de nuestra parte, el servicio y la caridad fraterna (en este contexto se podría colocar el rito del lavatorio de los pies). Dada la multiplicidad de elementos que confluyen en esta celebración, es importante hacer de ellos una lectura unitaria. Por cuanto toca a la institución de la Eucaristía, esta debe ser leída -  a la luz de la antigua tradición romana – como la entrega (traditio) a los discípulos que el Señor ha hecho de los misterios cultuales de Su Cuerpo y de Su Sangre, para que los celebraran. El Hanc igitur propio del Misal Romano se  expresa en este modo: “tradidit discipulis suis (entregó a sus discípulos…) Corporis et Sanguinis sui mysteria celebranda”. La celebración vespertina del Jueves Santo es recuerdo (memorial, anamnesis) del momento en que, antes de entregarse a la muerte, Jesús confió (entregó) para siempre a Su Iglesia el nuevo y eterno sacrificio, convite nupcial de su amor, para que esta lo perpetuase en su memoria.

Pero notemos que la verdadera Eucaristía  de la Pascua es la de la Vigilia Pascual. Es, pues, justo cuanto afirma la Redemptionis Sacramentum al n.87: “Es poco apropiado administrar (la primera comunión) el Jueves Santo”. Por cuanto respecta a la reposición del Santísimo Sacramento, son sabios los criterios dados por el Directorio sobre  piedad popular y Liturgia, al n. 141, cuando, entre otras cosas, dice: “en referencia al lugar de la reposición y en su preparación, no se le dé aspecto de un lugar de sepultura; de hecho, el tabernáculo no debe tener la forma de un sepulcro o de una urna funeraria…”. El actual Misal Romano dice  que, al final de la celebración, sigue el despojamiento del altar (quitar los manteles), y se ha suprimido el Salmo 21 que antes se recitaba al final.


[1] Augé, M. L’anno Liturgico, LEV, Città del Vaticano 2009, 140-144

domingo, 23 de enero de 2011

LITURGIA DE LA PALABRA

LITURGIA DE LA PALABRA: Nuestra postura es Sentados y la actitud es de Escucha.

- Lecturas
- Evangelio
- Homilía
- Credo
- Oración de los fieles


Nos asegura la Iglesia que Cristo está presente en su Palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es él quien nos habla
[1]. En efecto, cuando se leen en la Iglesia las (leer articulo completo...)

ESTRUCTURA FUNDAMENTAL DE LA MISA


La estructura fundamental de la Eucaristía, desde el principio de la Iglesia, ha sido siempre la misma. Como en la última cena[1], siempre la Eucaristía ha celebrado primero una liturgia de la palabra, seguida de una liturgia sacrificial, en la que el Cuerpo de Cristo se entrega y su Sangre se derrama; y este banquete, sacrificial y memorial, se ha terminado con la comunión (Leer articulo completo)